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jueves, 10 de junio de 2010

EL PRIMER DÍA- Segundo Capítulo

EL PRIMER DÍA

¡Dios!
Eso es el despertador…No he logrado pegar ojo en toda la noche, en definitiva estoy realmente aterrada.
Entre el dar y dar vueltas a situaciones en mi cabeza, el calor de Junio y los molestos mosquitos merodeadores de orejas a sido una noche eterna…pero corta la hora que si he podido dormir.
El uniforme de trabajo me queda ho-rro-ro-so, pantalón de pinza azul marino y polo blanco, une tener caderas y ese pantalón ridículo y se acabó la oportunidad de conocer a mi príncipe azul en el trabajo…bueno…quien dice príncipe azul dice, chaval guapo y simpático, dejémonos de fantasías de princesas…mientras que me entretenga…
- ¡Ángela por favor pareces una desesperada! – Hablo conmigo misma.
Os vais a pensar que a parte de mi habilidad especial no encuentro a mi caballero andante porque soy fea, por eso aclaro desde mi más sincera humildad que no tengo una cara guapísima de modelo de revista retocada pero tengo mi atractivo…
Volviendo al tema del uniforme, si, me lo llevaré metido en una mochila para cambiarme allí, es lo mejor para todos.

Mi madre planchaba en la habitación continua a la mía mientras yo divagaba de un lado para otro hablando sola.
Es su día libre en la cafetería donde trabaja, aunque sea miércoles y aunque siga trabajando.
Se llama Cristina, muchos dicen que me parezco a ella en gestos pero es totalmente contraria a mí.
Bajita, rubia, ojos verdes marcados por los años al sonreír y unos cachetes siempre rojizos adorables.
Es mi mayor apoyo, me comprende y siempre a creído mis locuras…al contrario que mi padre Alberto, aunque lo niegue me mira y trata con cautela, con miedo.

- ¡Ángelaaa!- Gritó mi madre con voz dulce, supongo que creía que no sabía que estaba en su cuarto.
- ¡Dime mama!
- ¿No te pensarás ir sin desayunar? Anda ven para acá.

Me dirigí hacia ella sabiendo que era una batalla, bueno mejor dicho una guerra que no podía ganar. Que madre no te obliga a desayunar…

- Hola mama, la verdad es que tengo el estó…mago que no…que no… me permite ingerir – Mi voz sonó confiada, hasta que a mitad de la frase levanto la cara y me miro con ojos de negativa, entonces mi confianza decayó totalmente.
- Mientras te terminas de arreglar bajo y te preparo un sándwich de York y queso. Vamos te vas a pasar toda la mañana por ahí sin comer…- Se terminó la conversación del desayuno, punto para mi madre.

Agaché la cabeza miré mis manos temblorosas y fui tirando del guante derecho dedo a dedo…

- Mama, ¿puedo probar a tocarte?- Mi voz sonó nerviosa, entrecortada – Sólo quiero saber si todavía me pasa y si es así recordar la sensación para que no me tome desprevenida.

Sus ojos alegres entristecieron al segundo y me acarició con la palma de la mano la cara con dulzura

- Si estás segura de esto, sabes que siempre podrás contar conmigo, siempre estaré dispuesta a ayudarte.

La miré a los ojos para sentir su confianza, confianza que siempre me tranquilizaba y extendí mi mano para rozar suavemente su brazo. Una oleada de tristezas, momentos desgarradores me inundó de angustia.

- ¡Mierda! Es horrible mama sigue ahí…
- No tienes porqué ir a trabajar ya nos la aviaremos, a tu padre todavía le que da paro – Tenía los ojos brillantes de lágrimas que no escapaban de su pequeños ojos.
- Mama tengo que hacerlo, no soy ninguna cobarde – Intenté parecer convencida de mis palabras, no era tan fácil engañar a mi madre como a los demás por muy experta que sea.

Me dio un beso en la mejilla y me dijo al oído con calidez.

- Suerte pero al menos coge una manzana para el camino.

Sonreí, me puse otra vez mi amado y compañero guante, me eché al hombro la maleta donde llevaba el “disfraz” y me encaminé con mi manzana hacia la parada del autobús.

Subiendo en las escaleras mecánicas de mi nuevo lugar de trabajo, dirigiéndome a la sección de libros me di cuenta de que estaba híper ventilando.
Intenté concentrarme en pensar en otra cosa para tranquilizarme y acordarme de cómo se llamaba por quien me habían dicho que preguntara al llegar.
¡Juan!, que alivio se siente cuando te acuerdas de algo que tienes e la punta de la lengua…
Cuando llegué al mostrador me indicaron donde me tenía que cambiar y dejar mis pertenencias.
Al terminar de cambiarme y parecer ridícula con el uniforme y mis manos desteñidas, me señalaron a mi compañero de sección, Carlos.
Mala suerte otra vez para mi, cuando empezó a hablarme me di cuenta de que mal hablando era realmente un CAPULLO con todas las letras.
Genial…
Lo miré otra vez descaradamente para ver que creía el que yo no veía y la verdad no había nada.
Carlos es alto, muy delgado, ojos de un intenso azul pero demasiados salidos de sus órbitas, pelo negro rizado y un gran problema con el acné…
Después que me explicara como iba todo en la tienda y alardeara de lo buen trabajador que era, soltó una última frase matadora.

- Que sepas mujercita que aunque como es normal me encuentres súper atractivo tenemos prohibidas las relaciones entre trabajadores – Me quede pasmada ¿está de coña no?

Soltó una risilla desquiciante…yo no podía más tenía que cortar esto por lo sano. Me arme de todo mi sarcasmo y más y dramaticé, no quería malos entendidos.

- ¡No me digas! Creo que voy a dejar entonces el puesto de trabajo.- Ya me gané mi primer enemigo, me encanta hacer amigos.

Sin más que añadir me di la vuelta y comencé mientras canturreaba para mí canciones de estopa, de las maqueteras, a desempeñar mi tarea, ordenar y reponer los libros que habían llegado hoy.

La mañana y la tarde transcurrieron sin percances sensitivos, todo un éxito.
Carlos demostró el buen dependiente que es atendiendo y entreteniendo con su sandeces a todos los clientes. Yo sin embargo estuve reponiendo y cargando grandes cajas de un sitio para otro sin descanso.
Aunque las agujetas mañana serán horribles, prefiero que sea así y tener un compañero tan eficaz para escabullirse de cargar.
Miré el reloj, las 18:10, pasadas las 8 horas ya no veía todo tan terrible, era soportable. Mañana jueves solo tenía que echar 4 horitas de 10:00 a 14:00, perfecto.

Me puse de camino a la parada de autobús mientras sacaba el móvil de bolsillo de la maleta para revisar si tenía llamadas.
5 llamadas perdidas de Esther, nunca se entera de las horas en las que trabajo.
Esther es mi mejor amiga…casi como una hermana. No la conozco desde párvulo, no es mi amiga de la infancia pero puedo decir que es la mejor.
Cuando me sucedió el gran cambio de mi vida se acercó a mi cuando todos se alejaban y me ayudo muchísimo.
Le debo tanto que le estaré eternamente agradecida, esto no quita que sea una despistada y no ve su error aunque no le cojas el móvil, se pone intensa, un día encontré 25 llamadas perdidas en menos de una hora…

- ¡¡Hola Angelinaaa!!! ¿Donde te habías metido? – Contestó con esa alegría que le caracterizaba y esa forma de cambiarme el nombre que me fastidiaba.
- Hola Esther-ti-na, verás pues hoy iba caminando por la calle y me secuestró un cocodrilo…si, si como te lo cuento – Esther empezó a reír con ese sonido ensordecedor y a la vez pegadizo que era su risa.
- Vale, vale, cocodrila, eso es porque me he olvidado otra vez de algo…
- No pienses más anda relájate, hoy era mi primer día de trabajo.

Esther lo sabe todo sobre mí, paso mucho tiempo con ella, es una amiga de las de verdad de confianza. Aunque la tarada piensa que lo que me pasa ami es ¡Una pasada!...Loca.

- Ahi verdad, lo siento, ¿Cómo te ha ido…ya sabes con tu problemilla?
- Bien, sin percances, pero hablamos mejor luego ¿va?
- Venga love, llámame y me cuentas, besotes
- ¿love? – Me tuve que reír con su spanglish – kisess guapa.
La semana fue pasando sin incidentes mayores, algún roce en el trabajo con el cliente entregando el cambio pero aunque la sensación era horrible al ser de desconocidos pues…no me malinterpretéis, solo que para mi es más fácil sano y llevadero pensar…Menos mal que eso no me ha tocado ami ni a mi familia…
El fin de semana también pasó bastante tranquilo. Esther y yo decidimos darnos una tregua de salir y nos quedamos en mi casa comiendo pizza y viendo películas de cómo nosotras las llamamos, de llorar.
Además era lo mejor, últimamente cada vez que bebía de más me alocaba demasiado, no bailando y tal, parecía un sabueso, si lo reconozco, borracha me gusta oler a la gente, es mi perfil cómico, es como si mi sentido del olfato se disparara y me controlara el a mí.
Esther dice que a lo mejor es otro nuevo poder de Súper Heroína que no he descubierto, yo prefiero pensar que se me va la cabeza con el alcohol, aunque si os digo la verdad no es nada desagradable al revés la sensación con mi olfato es placentera.
Pero ¡No!, no quiero saber de verdad, sin más miramientos, que vengo de Venus o algo así.
Mañana ya es lunes, principio de semana, que ganitas de aguantar al Mister España de Carlitos.
Espero que la semana próxima sea al menos igual de buena dentro de lo que cabe…

2 comentarios:

  1. Espero que os guste el segundo capítulo, Besos

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  2. jajajajaja me mori de risa con ese Carlitos jeje...
    Hay pibes asi, por dios, super pesados son...
    Se creen super atractivos y vos te quedas mirando buscando algo que lo salve por lo menos jeje
    Bue es de mala pensar eso pero no me gustan los chicos creidos :s
    Bueno, lindo capitulo... ahora me paso por el adelanto del tercero

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